Volver.
volví a la playa azul
resplandeciendo
el gris de la bahía
que se refleja
en nubes tan variables
que tapan y destapan los temores
alternativamente
virando el sol
-como vira la angustia-
de un poniente feroz
que atraviesa los restos
de conchas y navajas
que se lleva
los jirones enfermos de tu alma
hoy regreso de nuevo
con otra incertidumbre
buscándote en la espuma
que me nubla los ojos
y te encuentro
en la arena
que se pega a mi cuerpo
tan cerca y tan ajena
dispersa en cada viento
-en cada caracola-
volver
la playa gris
de gaviotas expectantes
acechando el bajar de la marea
-tan de mañana-
trayéndome las nubes
de otros sueños
que vivieron la extraña trayectoria
de otras horas
que conforman paisajes recordados
de frescores de julio
que adelantan sofocos impensables
de increíbles vivencias
que amanecen
-como amanece el alma-
que desecan piscinas temerosas
como trozos que tiemblan de mirarlas
dejados por el mar en su retiro,
y aún perduran azulejos y podiums
desde los que tirarse
con inseguridad y valentía,
detrás de los graznidos
te conviertes de pronto en golondrina
y un oído se pega a su festín primario
sin tantas amarguras y terrores
-con más benevolencia-
mas con el mismo ansia
de atrapar los segundos
de que no se terminen los minutos
a costa de bocados de insectos rezagados
del huir de la noche
volver
y ser de nuevo niña
transformada
en gaviota golondrina
agarrando sonidos con las manos
que alimentan tu sueño indefinido
que te perfora el alma
y en un tramo fugaz
de la memoria
de pronto nada acaba
nuestros rumbos se funden en bandada
que se dispersa luego
sin poder atraparla
que te deja tan sola
y tan acompañada…
qué serán las memorias
de fríos y calores
que te quitan y te ponen
sin poder abrazarlas?
qué serán los recuerdos?
sensaciones de salitre que rompe
y mar soñada
Eva Quintanilla