Tuesday, August 22, 2006

No tengo la memoria



No tengo la memoria

para reconstruirme

—ni sé si es necesario desearlo—

Me miro en los espejos

y me veo extrañada

sigo teniendo brazos y piernas

—tan cansadas—

de alimentar con humo ¿tanta infamia?

probablemente

no tengo la memoria

porque no me hace falta

recordarla

Pero…

tengo la exactitud de tu ronquido

para volver al lado de mi sueño estupefacto

de nuevo

último.

Eva Quintanilla


Me traes la primavera



Me traes la primavera

en una caja gris

dos latas usadas

rezumando pintura

repletitas de calas

que me miran

y me hacen asequible

el daño que me mina

y enredo un rizo tuyo

con un dedo

para que no te pierdas

—tú tampoco—

Eva Quintanilla

Siento que estarás compartiendo conmigo



Siento que estarás compartiendo conmigo

mi propia muerte

—tan consciente del frío—

Finales prolongados,

esa bizquera tuya empantanada

en medio del olvido

derretida en la punta

de una afilada noche

que asegura dolores tan lejanos

Eva Quintanilla

Se despierta la noche



Se despierta la noche

agazapada

y quisieras poder escribir a oscuras

para no robarle nada de su alma

respirar sus sonidos

escuchar sus palabras

y sacrificas un poema sin trazos

tan sólo por oírla

tan intensa

tan llena

tan plagada.

Eva Quintanilla


Tengo una estratagema



Tengo una estratagema

para no colapsarme

—pero sólo el olor ordena los recuerdos—.

Tengo miles de cosas

que no me dicen nada:

llaves que no abren puertas

y tampoco las cierran,

botones que no abrochan,

prendas de alguna clase,

candados que no guardan,

medallas que no cuelgan,

cuentas de colorines,

abalorios y frío.

Tengo miles de sellos

pero no tengo cartas.

Tengo una incertidumbre

grapada en la mirada.

Eva Quintanilla


No tengo la conciencia




No tengo la conciencia

de haber sido

—y he sido—

de haberme trasegado

tantas noches robadas al descanso,

de haberlas fermentado

de deseos cansinos

que no me dicen nada

—pudiera ser que entonces ya no dijeran nada—

tan sólo la ansiedad

de depurar la sangre

de otros cuerpos intactos

de otras mentes incautas

que se vanagloriaban…

de haberlos digerido

sin descanso

a modo de vampiro sonámbulo

escupiendo su hollejo

con total desvergüenza

desprovisto de escrúpulos

salvo raros —ajenos—

atisbos de esperanza.

Eva Quintanilla


Tengo un carillón roto





Tengo un carillón roto

en el cerebro

Tengo la sensación

de haberme muerto ayer

de no pertenecer

al cuerpo reasignado

—de estar dormida—

veo cifras que marcan los momentos

—pero no las entiendo—

Una madre, una luz, un desconcierto…

Sé que tengo un jardín

y una nostalgia

—pero no los encuentro—

Sé que tengo una vida

porque tengo palabras

para nombrarlo todo

y unos ojos que miran

y no encuentran.

Eva Quintanilla


Friday, August 11, 2006

Tengo amigos prestados


Tengo amigos prestados

Tengo amigos prestados

que sudan cortesía.

Limpian los corredores

de entrampos y polillas

del polvo del invierno,

de trozos que se guardan

sin darles nuevas vidas.

Tengo amigos

a los que las goteras

les regalan dibujos de amapolas abiertas

que miran desde arriba,

que conducen camellos

-que deberían serlo-

transformados en burros

por bosques de trigales y encinas

con sombrero de paja,

que te dejan coger ciruelas de su huerto

y te sonríen.

Tengo amigos

-que suerte-

que amenazan con irse

pero que permanecen

y construyen islotes

para que no te mojes

cuando cruzas el río

y te ofrecen olivas y pescado

y te mantienen con vida.

Eva Quintanilla. A Manolo.

Tuesday, August 08, 2006

En el Tadeo

Volver














Volver.

volví a la playa azul

resplandeciendo

el gris de la bahía

que se refleja

en nubes tan variables

que tapan y destapan los temores

alternativamente

virando el sol

-como vira la angustia-

de un poniente feroz

que atraviesa los restos

de conchas y navajas

que se lleva

los jirones enfermos de tu alma

hoy regreso de nuevo

con otra incertidumbre

buscándote en la espuma

que me nubla los ojos

y te encuentro

en la arena

que se pega a mi cuerpo

tan cerca y tan ajena

dispersa en cada viento

-en cada caracola-

volver

la playa gris

de gaviotas expectantes

acechando el bajar de la marea

-tan de mañana-

trayéndome las nubes

de otros sueños

que vivieron la extraña trayectoria

de otras horas

que conforman paisajes recordados

de frescores de julio

que adelantan sofocos impensables

de increíbles vivencias

que amanecen

-como amanece el alma-

que desecan piscinas temerosas

como trozos que tiemblan de mirarlas

dejados por el mar en su retiro,

y aún perduran azulejos y podiums

desde los que tirarse

con inseguridad y valentía,

detrás de los graznidos

te conviertes de pronto en golondrina

y un oído se pega a su festín primario

sin tantas amarguras y terrores

-con más benevolencia-

mas con el mismo ansia

de atrapar los segundos

de que no se terminen los minutos

a costa de bocados de insectos rezagados

del huir de la noche

volver

y ser de nuevo niña

transformada

en gaviota golondrina

agarrando sonidos con las manos

que alimentan tu sueño indefinido

que te perfora el alma

y en un tramo fugaz

de la memoria

de pronto nada acaba

nuestros rumbos se funden en bandada

que se dispersa luego

sin poder atraparla

que te deja tan sola

y tan acompañada…

qué serán las memorias

de fríos y calores

que te quitan y te ponen

sin poder abrazarlas?

qué serán los recuerdos?

sensaciones de salitre que rompe

y mar soñada

Eva Quintanilla